“El cinismo es el humor con mala salud”.

H.G. Wells

No, México no alcanzó el nivel del sistema de salud de Dinamarca el pasado 1º de diciembre, como prometió el presidente. Estamos lejos, incluso, de Estados Unidos, cuyo sistema es bastante más deficiente que el danés, por lo menos fuera de sus caros hospitales privados. No todo es culpa de la Cuarta Transformación: la falta de recursos ha afectado al sistema mexicano desde siempre; pero, con el argumento de que el problema no era la falta de recursos sino la corrupción, el actual gobierno ha tomado medidas que han empeorado la situación. Este maltrecho sistema se enfrenta ahora al mayor reto de su historia.

Hasta el 4 de enero, México registraba 986 muertes por covid por cada millón de habitantes; Dinamarca, 289. La falta de pruebas sugiere que la cifra real de México es mucho mayor, ya que solo se han aplicado 28,393 pruebas por cada millón de personas contra 1,864,613 por millón en Dinamarca (sí, casi dos pruebas por danés). México tiene una mortalidad de 8.8 por ciento sobre casos confirmados, la segunda cifra más alta del mundo; Dinamarca, solo 0.8 por ciento. No, no somos iguales.

Un lector y radioescucha, Roberto Urbina, me cuenta que dio positivo a covid el 30 de diciembre y sufrió fiebres y escalofríos fuertes. El 4 de enero acudió a su clínica del IMSS, la 22: “Éramos 80 pacientes, y me dijo un doctor que al día llegan hasta 400 para atención respiratoria o covid-19. Esto ha sido desde el 28 de diciembre y estos últimos días. El problema es que son solo dos doctores en urgencias por turno, para tantos pacientes. Muchísimos se terminan yendo a sufrir a su casa. Yo llegué a las 10 y me fui a las 16, sin ser atendido. Esto está desbordado”.

Si acudir a los centros de salud se ha vuelto imposible, permanecer en casa tampoco es fácil. Hay una gran escasez de tanques de oxígeno y no se prevé que el problema se resuelva en el corto plazo. Muchos pacientes, por otra parte, no tienen los recursos para comprar y recargar los tanques, por lo que, para enfermos graves, quedarse en casa es simplemente esperar el momento de la muerte.

Los problemas del sistema se han manifestado también en el programa de vacunación. Con su visión militarista, el presidente entregó la distribución y aplicación de vacunas al ejército. Los primeros días fueron un desastre, con personal médico de primera línea teniendo que hacer cola por horas en condiciones inadecuadas, mientras personas con influencias y sus familias se saltaban la fila. En cambio, en México vemos a grupos de altos funcionarios que acuden al aeropuerto cada vez que llega un cargamento de vacunas, por pequeño que sea, para mostrar a los medios que están haciendo bien las cosas. Esto no sucede ni en Dinamarca ni en Estados Unidos.

En la Unión Americana la responsabilidad de distribución se dio a una empresa privada especializada, McKesson, y el resultado ha sido mucho más ordenado. Eunice Reyes, una asistente dental sinaloense que reside en el norte del estado de Nueva York, acudió a recibir su primera dosis el 4 de enero. “No piden nada para comprobar que eres trabajador de la salud, solo por sistema de honor, y no comprueban que hiciste la cita.”, me dice su hermana. “A todos los que hacen fila se la ponen, les dan su certificado de vacunación y la cita de la siguiente dosis ahí mismo. Es súper rápido. Ni largas colas ni burocracia”.

No, no tenemos un sistema de salud como el de Dinamarca ni el de Estados Unidos. El actual gobierno heredó un mal sistema, es cierto, pero ha hecho lo posible por deteriorarlo.

Golpe


Donald Trump sigue tratando de invalidar la elección de Estados Unidos con el falso argumento de que sufrió un fraude. Hoy el Congreso debe certificar el resultado. Si los legisladores republicanos votan en contra, se estarán alineando a un abierto intento de golpe de estado.

Twitter: @SergioSarmiento

Agencia Reforma

Te interesa:

Sergio Sarmiento