Pedro Infante fue una de las muchas parejas que tuvo Rosita Quintana dentro del cine de oro mexicano.

Las últimas canciones que escuchó Rosita Quintana fueron las suyas; mientras sonaban sus interpretaciones de temas rancheros como “Los Bueyes’n” y “A los Cuatro Vientos”, la respiración de la mítica actriz, conocida como la “Dama de América”, se fue espaciando hasta que falleció ayer en la madrugada.

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  Después de un mes internada en el hospital, adonde llegó por un tumor de tiroides, los doctores le dijeron a sus cercanos que, a sus 96 años, la protagonista de Calabacitas Tiernas (1948) moriría por la edad, por lo que buscaron mantenerla feliz en sus últimos momentos.

 “Era muy de música. De día y de noche tenía que tener su radio encendido para escuchar. Como me avisaron los doctores que iba a tener un desenlace así, estas últimas dos noches fueron para mí de sentarme en una silla al lado de su cama y agarrarle sus manos.

 “Como creía que le hacía falta música, le puse sus canciones. Ella era feliz, estaba tranquila, contenta con su vida”, contó en entrevista su cuidadora, Lupita Martínez, quien le dedicó por completo los últimos 13 años.

Rosita Quintana no quiso revelar el nombre de los hombres que amó

 Nacida en Argentina, pero nacionalizada mexicana, Quintana fue emblema de la Época de Oro del cine nacional por filmes como Susana (1951), de Luis Buñuel, y El Mil Amores (1954), con Pedro Infante.

 Su amigo, el productor y guionista Jorge Lozano, la recuerda como la mujer que compartió anécdotas con todos los galanes de la pantalla grande mexicana.

 Ambos llegaron a ser tan cercanos que incluso fueron vecinos, así que fue lógico que Lozano leyera este lunes unas palabras para Quintana en una funeraria del centro de la CDMX donde fue velada.

 “Cuando le pidieron escribir su autobiografía, de la que tengo unas páginas, lo dejó. Me dijo: ‘Lo único que me importa es que la gente conozca mi trabajo como actriz, lo que he hecho, lo que he cantado. Pero mi vida privada es mía, no tengo razones para contar de los hombres que me amaron o a los que yo amé'”, recordó el creador de Mujer, Casos de la Vida Real.

 Quintana siempre amó su natal Argentina, donde protagonizó tres películas, se volvió una cantante importante y protagonizó el musical Mi Bella Dama, pero México la acabó de construir.

 “Ella siempre dijo: ‘A México le debo lo que soy’. Yo añado que les debe lo que será por siempre. Hasta el último día estuvo muy agradecida con las personas por su cariño, su amor”, compartió su nieta, Nicole Kogan.

 La capacidad de habla de la artista se fue reduciendo por medicamentos controlados que tomó para los nervios los últimos nueve años, así que se comunicaba a señas, con el cuerpo casi inmovilizado, pero lúcida y consciente.

 “Recibió visitas hasta el primer mes del año pasado, y se veía muy mal. Ya no hablaba y se comunicaba con pestañeos, cerrando los ojos. Tenía enfermeras que la cuidaban 24 horas al día, con ellas se entendía bien”, contó una persona que acudió a visitarla en 2019.

 Su nieta Nicole fue la única familiar que pudo asistir al velorio, pues su hija adoptiva, Paloma, vive en Estados Unidos y no alcanzó a llegar; su hijo Sergio Nicolás, a quien tuvo con Sergio Kogan, no asistió por Covid.

 Según lo previsto, la “Dama de América” será cremada y por la tarde llevarán sus restos a la Catedral.

Agencia Reforma