Un avión militar C-17 Globemaster con el ataúd de la reina Isabel II aterrizó en Northolt, una base aérea al oeste de la ciudad, aproximadamente una hora después de que partió de Edimburgo.

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La primera ministra británica, Liz Truss; el secretario de Defensa, Ben Wallace y una guardia militar de honor aguardaban el ataúd en la base aérea.

Horas antes en Edimburgo, al son de una gaita, el ataúd de roble cubierto por una bandera salió de la Catedral de San Egidio. La gente que atestaba las aceras de la Milla Real, en el corazón histórico de Edimburgo, aplaudió al paso del féretro acompañado por la hija de la reina, la princesa Ana, en su camino al aeropuerto, de donde partió hacia Londres.

Durante las últimas 24 horas, miles de personas pasaron en silencio frente al féretro, llevado a Edimburgo desde Balmoral, su residencia de verano, donde la reina murió el jueves a los 96 años y 70 en el trono.

El féretro pasará la noche en el Palacio de Buckingham. El miércoles el ataúd será llevado al Parlamento, donde permanecerá en capilla ardiente durante cuatro días antes del funeral del lunes.

Entre aplausos reciben ataúd de Isabel II en Buckingham

Entre aplausos, el cortejo fúnebre de la reina Isabel II llegó a Buckingham. Minutos después de las 8 de la noche, tiempo de Londres, 2 de la tarde de Ciudad de México, el auto que trasladó a la monarca británica, ingresó al circuito del Palacio.

Los miles de asistentes siguieron en sus teléfonos celulares la transmisión televisiva del trayecto desde la base aérea militar de RAF Northolt para saber la distancia en que se encontraba el cortejo fúnebre.

Horas antes, en Belfast, cientos de personas ocuparon las aceras de la calle que va al Castillo de Hillsborough, la residencia oficial de la familia real en Irlanda del Norte, en las últimas muestras públicas de afecto a la reina difunta.

La acera frente a los portales estaba cubierta de cientos de ofrendas florales. Carlos III y su esposa, la reina consorte Camila, bajaron de su auto para saludar a la gente y estrechar las manos de los aldeanos, entre ellos niños en uniformes escolares azules.

El rey acarició a un corgi —la raza canina preferida por su madre— y algunos corearon “Dios salve al rey”.

“Hoy es un día tan importante para mí y para mi familia, estar presente en mi aldea natal con mis hijos para presenciar el arribo del nuevo rey es un momento verdaderamente histórico para todos”, dijo Robin Campbell, un vecino de Hillsborough.