Para América no hubo trámite en su casa. Tener ventaja de cinco goles y la posición en la tabla no mermó el ánimo de Fernando Ortiz y los suyos.

Las Águilas del América volvieron a golear al Puebla para confirmarse como el máximo aspirante al título, 5-1 final, 11-2 global.

Lo visto en el Azteca solamente confirmó la fortaleza del equipo amarillo. Con hombres claves en la banca de inicio, los plumíferos volaron una vez más con ese futbol total que demuestran cada vez que saltan a un terreno de juego.

La alicaída Franja poco pudo hacer. Desde un inicio, el brillo de Cortizo; las subidas de Araújo y el liderazgo de Israel Reyes jamás apareció.

Jona Dos Santos, Pedro Aquino, Miguel Layún, Roger Martínez, Brian Rodríguez y Salvador Reyes fueron los cambios que alineó el Tano para la vuelta. Como si tuviesen a los titulares en el césped, la maquinaria de Ortiz caminó con pocos minutos en el electrónico.

Un contragolpe letal abrió la goleada. Layún condujo hasta el borde del área y cedió para un Brian Rodríguez que definió con la zurda.

El América se fue con todo

Al igual que en el Cuauhtémoc, sólo fue cuestión de que el Águila viera sangre para atacar. Henry robó una pelota en la salida, después de una pared larga con Roger, la Bomba yucateca definió el segundo ante Silva.

Todo era fiesta en el Azteca hasta que Araujo se equivocó de fea forma. El central mexicano quiso retrasar a Ochoa, el balón quedó corto y Maxi techó a Paco Memo, todavía Cáceres la quiso sacar, pero no tuvo suerte.

La llegada del descanso trajo todavía más rotaciones en las Águilas. Néstor se fue con su grave error, también Henry con sus goles y Jona con su estabilidad. Ortiz modificó a sus hombres en cancha, Layún pasó a la lateral y Lara de central para darle minutos a Fidalgo, Viñas y Damm.

Motivadísimo por sus dos asistencias, Roger probó desde fuera del área para regalar un golazo espectacular. Puebla tocó el esférico cuando América quiso, el dominio fue total.

Fidalgo no se podía ir sin brillar. El español sacó los regates, se quitó hasta a cinco camoteros, para definir ante el portero.

Damm se agregó a la fiesta, aunque estaba en fuera de lugar. Valdés quiso su anotación, robó una pelota, Mancuello lo derribó y el quinto se visualizó desde el punto penalti. Layún pidió el balón y cerró la masacre.

No hubo más en el Azteca, la fiesta en América es total, el equipo del Tano tiene estampa de campeón.

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