Entre el 18 y 19 de diciembre de 2000, el volcán Popocatépetl, uno de los más activos y emblemáticos de México, protagonizó una erupción de gran magnitud que generó preocupación y asombro en la población.

Aquí reviviremos los acontecimientos de aquellos días en los que el coloso despertó con fuerza y cómo se gestionó la situación.

La última gran erupción del volcán Popocatépetl comenzó a manifestarse durante la tarde del 18 de diciembre de 2000.

Fue precedida por una serie de sismos y exhalaciones de gases y cenizas que alarmaron a las comunidades cercanas. La columna eruptiva, compuesta por una combinación de gases volcánicos y cenizas, se elevó a alturas impresionantes, alcanzando más de 6 kilómetros en el cielo.

Las localidades aledañas al volcán, como Amecameca, Ozumba y Tlalmanalco, fueron las más afectadas por la caída de cenizas. La población tuvo que hacer frente a una lluvia de partículas volcánicas que cubrieron calles, techos y vehículos, afectando la visibilidad y generando una capa grisácea que se extendió por kilómetros a la redonda.

Las autoridades mexicanas, encabezadas por el Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED), pusieron en marcha de inmediato el Plan Operativo Popocatépetl, activando alertas y estableciendo medidas de seguridad para proteger a la población.

Se establecieron zonas de exclusión alrededor del volcán y se evacuaron comunidades cercanas como medida preventiva.

El 19 de diciembre, la actividad eruptiva alcanzó su punto máximo con explosiones que generaron fuertes retumbos y emisiones de lava incandescente.

El brillo rojizo que se apreciaba durante la noche aumentó la tensión en la zona. Sin embargo, gracias a la respuesta de las autoridades y la cooperación de la población que fue evacuada, no se registraron víctimas mortales.

Tras la expulsión de flujos piroclásticos en la zona del cráter del volcán más de un millón de metros cúbicos de nieve se derritieron en la punta del coloso, lo que provocó lahares (corrientes de lodo y escombros volcánicos que descienden por las laderas) desde la parte alta de la montaña y que quedaron a un kilómetro de la comunidad de Santiago Xalitzintla.

La erupción del Popocatépetl en el año 2000 también dejó como saldo una importante capa de ceniza volcánica en las zonas cercanas, afectando la actividad agrícola y ganadera de la región.

También se presentaron dificultades en el transporte y el suministro de agua y electricidad. No obstante, el impacto económico y social pudo ser gestionado de manera adecuada, y poco a poco la vida en las comunidades afectadas volvió a la normalidad.

Esta última gran erupción del volcán Popocatépetl en el año 2000 dejó un recordatorio claro de la impredecibilidad de los fenómenos naturales y la necesidad de estar preparados ante ellos.

La experiencia adquirida a partir de este evento ha contribuido al fortalecimiento de los sistemas de monitoreo y alerta temprana, así como a la capacitación de la población en la gestión de situaciones de emergencia.

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