El Océano Pacífico está calentándose rápidamente: esa es la característica principal para el fenómeno que climatólogos refieren mundanamente como El Niño, un calentamiento anómalo que produce efectos de todo tipo en América y contribuye a que el planeta entero se caliente.

México ya está en etapa de “advertencia”, lo que se traduce en que ‘El Niño’ está a punto de hacerse oficial y, con él, el continente entero sufrirá estragos.

En tanto, algunas regiones de América tendrán más posibilidad de sequías, en otras habrá más humedad y hasta eventos ciclónicos con mayor intensidad.

El Centro de Predicción del Clima en Estados Unidos estimó el 8 de junio que El Niño se presentará en las próximas semanas y se fortalecerá durante todo el año, hasta invierno de 2023 y, por lo tanto, hasta inicios del 2024.

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El Niño ocurre en promedio cada dos a siete años y, a decir del organismo estadounidense, hay un 84% de posibilidad de que el fenómeno tenga una fuerza más intensa que moderada.

El otro extremo de El Niño es el fenómeno climático por el que las superficies del Pacífico Ecuatorial se sobreenfrían.

A esa condición se le denomina La Niña y ha estado presente por tres años consecutivos. Expertos temían que, precisamente por la duración de La Niña, luego siguiera después un evento fuerte de calentamiento del Océano Pacífico.

¿Cuándo se descubrieron los fenómenos de El Niño y La Niña?

Los fenómenos climáticos conocidos como El Niño y La Niña fueron descubiertos y reconocidos durante el siglo XX.

El fenómeno de El Niño fue identificado por primera vez por pescadores en la región costera de Perú y Ecuador, quienes notaron que cada ciertos años, cerca de la época de Navidad, las aguas cálidas del océano Pacífico frente a la costa sudamericana reemplazaban las aguas frías y ricas en nutrientes habituales.

Estos cambios tenían un impacto negativo en la pesca, causando una disminución en las capturas.

Sin embargo, fue en la década de 1960 cuando los científicos comenzaron a estudiar y comprender mejor el fenómeno de El Niño.

Mediante la recopilación y el análisis de datos oceanográficos y atmosféricos, se estableció una conexión entre las anomalías en la temperatura de la superficie del mar y los cambios en los patrones climáticos a nivel global.

En cuanto al fenómeno opuesto, conocido como La Niña, su descubrimiento y comprensión se desarrolló posteriormente.

A medida que se estudiaba El Niño, los científicos observaron que existían períodos en los que las condiciones oceánicas y atmosféricas mostraban patrones opuestos a los asociados con El Niño.

Estos períodos se caracterizaban por aguas frías en el océano Pacífico ecuatorial y tenían un impacto en los patrones climáticos en diferentes partes del mundo.

La identificación y la comprensión de La Niña como un fenómeno complementario a El Niño se desarrolló a lo largo de las décadas de 1960 y 1970, a medida que se recopilaban más datos y se realizaban estudios más exhaustivos.

Desde entonces, la comunidad científica ha continuado investigando y monitoreando tanto El Niño como La Niña para comprender mejor su comportamiento y sus efectos en el clima global.

Es importante destacar que la investigación y el seguimiento de estos fenómenos climáticos siguen siendo temas activos en la comunidad científica, ya que su comprensión y predicción precisa son fundamentales para la gestión de riesgos y la toma de decisiones en diversas áreas, como la agricultura, la pesca y la gestión de desastres naturales.

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