El gobierno de EU resolvió enviar bombas de racimo a Ucrania, por lo que se prevé que el Pentágono incluirá miles de ellas en la remesa de contribución militar en la guerra contra Rusia.

La Casa Blanca dijo que el envío de proyectiles de racimo a Ucrania está bajo consideración activa, pero que no tenía ningún anuncio que hacer en ese momento.

Y es que la utilización de bombas de racimo en las guerras causan mucha polémica, pues son armas explosivas diseñadas para dispersar una gran cantidad de submuniciones o submuniciones explosivas más pequeñas en un área extensa.

Estas submuniciones suelen ser lanzadas desde aviones, cohetes o proyectiles terrestres y, al caer al suelo, se dispersan y detonan, generando una amplia zona de impacto.

La controversia en torno a las bombas de racimo se debe principalmente a sus impactos humanitarios y los efectos prolongados que tienen sobre las poblaciones civiles y el entorno.

Estas son algunas de las razones que explican la controversia asociada a su uso en las guerras:

Efectos indiscriminados

Las bombas de racimo tienen una amplia área de impacto, lo que dificulta su uso selectivo y preciso. Como resultado, pueden afectar tanto a objetivos militares legítimos como a áreas densamente pobladas, exponiendo a civiles a un alto riesgo de muerte, lesiones y desplazamiento forzado.

Persistencia de submuniciones sin explotar

Una de las mayores preocupaciones es que muchas submuniciones lanzadas no detonan en el momento del impacto y quedan sin explotar en el suelo. Estas submuniciones sin detonar pueden convertirse en trampas mortales a largo plazo, ya que pueden ser activadas accidentalmente por personas, incluidos niños, mucho después de que termine un conflicto, causando muertes y lesiones.

Impacto humanitario

Las bombas de racimo han demostrado tener graves consecuencias humanitarias, especialmente para los civiles. Las áreas contaminadas con submuniciones sin explotar se convierten en zonas peligrosas y dificultan el retorno seguro de las personas desplazadas. Además, la presencia de submuniciones sin detonar puede obstaculizar la realización de actividades humanitarias, como el acceso a la atención médica y la entrega de suministros básicos.

Violación del derecho humanitario

El uso indiscriminado de bombas de racimo puede violar el derecho internacional humanitario, que busca proteger a los civiles durante los conflictos armados. Según el derecho humanitario, las partes en un conflicto tienen la obligación de distinguir entre objetivos militares y civiles, y deben tomar todas las precauciones posibles para minimizar el daño a la población civil.

Compromiso con la prohibición

En los últimos años, ha habido un creciente compromiso global para prohibir las bombas de racimo. En 2008, se adoptó la Convención sobre Municiones en Racimo, un tratado internacional que prohíbe el uso, la producción, la transferencia y el almacenamiento de estas armas. Aunque no todos los países han firmado o ratificado el tratado, la comunidad internacional ha expresado su preocupación y llamado a la eliminación de estas armas.

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