Hoy se cumplen 17 años desde que Diego Santoy Riveroll, el asesino de cumbres, perpetró una terrible tragedia que conmocionó a México que consistió en el asesinado de dos menores de edad y dejar malherida a su novia.

El suceso ocurrió en la ciudad de Monterrey, Nuevo León, el 2 de marzo de 2006 y dejó un saldo de tres víctimas mortales.

Ese día, Santoy Riveroll, quien en ese momento trabajaba como escolta del hermano de una de las víctimas, ingresó a la casa de la familia en la colonia Cumbres de Monterrey. Allí, según los informes policiales, asesinó a la madre y al hermano y la hermana de su exnovia, Erika Peña Coss, quien también resultó gravemente herida durante el ataque.

El suceso conmocionó a la sociedad mexicana y generó una gran atención mediática. Santoy Riveroll fue detenido por las autoridades y, tras un largo proceso judicial, fue condenado a 138 años de prisión por los delitos de homicidio, tentativa de homicidio y lesiones.

La tragedia también dejó una huella en la comunidad de Monterrey, que aún hoy recuerda con dolor los sucesos de ese fatídico día. A pesar de que han pasado 17 años desde entonces, la memoria de las víctimas y su legado perduran en la ciudad y en el país.

La tragedia del “asesino de cumbres” es una dolorosa lección de la violencia que afecta a México, y un llamado a la reflexión sobre la importancia de la prevención y el respeto a los derechos humanos.

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