Chivas se aferró a la vida y comprendió el verdadero significado de jugar un Clásico Nacional, pero a pesar de su esfuerzo, no logró prevalecer. Aunque América cayó 2-3 en el Estadio Azteca, el marcador global de 3-5 sentenció una eliminatoria inolvidable para ambos equipos.

Desde el inicio del partido, el Rebaño mostró una actitud diferente, con un hambre evidente y una intensidad desde el primer silbido del árbitro. Esta determinación dio sus frutos a los 11 minutos con el gol de cabeza de Cade Cowell. Guadalajara demostró en 11 minutos lo que no logró en los 90 minutos del juego de ida.

Los recuerdos de la dolorosa eliminación en las Semifinales del Clausura comenzaron a rondar el Coloso de Santa Úrsula. El ambiente en el estadio y en los hogares se volvió tenso.

La situación crítica de las Águilas se agravó al minuto 32 con otro gol de cabeza, esta vez de Ricardo Marín. El silencio reinaba en el hogar de las Águilas, que seguían sin reaccionar y eran superadas por unas Chivas hambrientas.

Sin embargo, Guadalajara permitió que el América volviera al partido y así se fueron al descanso, con un escenario impensable para ambos equipos, pero con la certeza de que habría más emociones por venir.

Mantener al América sin anotaciones es una tarea casi imposible. Los dirigidos por André Jardine despertaron con dos goles, igualando el ánimo del partido. Todo volvió a la “normalidad”.

Primero, Alan Mozo anotó en propia puerta al minuto 51, reviviendo las esperanzas de las Águilas. Luego, Alejandro Zendejas empató el marcador en el Estadio Azteca nueve minutos después. El juego estaba en manos de los locales. Roberto Alvarado retomó la ventaja para los tapatíos al minuto 63. Fue un partido espectacular en la capital.

Finalmente, se vivió un Clásico equilibrado entre América y Guadalajara. Aunque Chivas luchó con uñas y dientes, la eliminación duele, pero el sabor de la derrota fue diferente. América tiene mucho que reconsiderar, pero una vez más demostró que sabe sufrir.

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